lunes, 23 de mayo de 2011

Trabajo de reflexión sobre los videojuegos en el aula

Tras la lectura de los artículos sobre los videojuegos y su posible introducción en el aula que podemos encotrar en las mencionadas direcciones, mi reflexión fue la siguiente:



Videojuegos y Educación


La presencia de videojuegos violentos es cada vez mayor, probablemente porque son de los que más rentabilidad ofrecen a las empresas, debido a su demanda. No creo que estos videojuegos generen violencia por sí solos, pues al fin y al cabo, también en la televisión y en la propia red podemos ver imágenes violentas.

            Haciendo referencia a los textos, parece innegable que en la cuestión referida al sexismo, son los niños los que más habitualmente han tenido una videoconsola, mientras las niñas han optado por juegos más tradicionales. Tal vez últimamente esto haya cambiado, ya que cada vez son más las niñas que tienen videoconsolas. Aun así, es evidente que los niños siempre tenderán más a jugar con videojuegos con contenido violento que las niñas; el niño juega a videojuegos de peleas, conducciones temerarias, misiones de guerras, etc.; la niña, por su parte, valora más los juegos de aventuras (Super Mario, por ejemplo) o de pasatiempos, como puede ser el Sing Star. En definitiva, los niños utilizan juegos más violentos por norma general. Por último, sin salir de la cuestión del sexismo, es de destacar que los protagonistas de los juegos de acción pocas veces son mujeres; exceptuando Tomb Raider y las siempre habituales chicas de los juegos de peleas, no recuerdo ninguna superheroína; la figura femenina, de hecho, es más habitual en los juegos en forma de princesas o víctimas a las que rescatar. De esta manera, se crea en la figura masculina una etiqueta de dominación, con valores como la fuerza, el desafío, la valentía y el orgullo, mientras que en la figura femenina esta etiqueta es de sumisión, con valores como la fragilidad o la cobardía.

            En un principio me ha parecido excesivo que se relacionen los videojuegos con algo tan importante y habitual en nuestra sociedad como es el bullying. Aun me cuesta ver esto como una realidad, pero es cierto que los chicos suelen ser más dados a crear situaciones de bullying que las chicas. De todas formas, no creo que se pueda culpar a los videojuegos de tales conductas; para empezar, creo que los chicos siempre van a tender más a utilizar la fuerza por una cuestión meramente genética y, por ello, siempre van a sentirse más atraídos no sólo por este tipo de juegos, sino también por películas, imágenes o prácticas violentas; las chicas, por el contrario, rechazarán estas conductas.

            Como ocurre con otras formas de entretenimiento, como pueden ser la lectura o el deporte, es importante la adicción que las actividades pueden crear en las personas. Cualquier persona adulta ha vivido la experiencia de empezar a leer un libro que se acaba dejando de lado porque no despierta ningún interés, o la de estar deseando llegar a casa para seguir leyéndolo. También sabemos lo que es engancharse a una serie de televisión o a un deporte; podemos hacer una sesión de spinning y no querer volver a oír hablar de ello o, por el contrario, estar deseando hacer una nueva sesión. Para cada persona es interesante un tipo de característica que ofrecen las actividades y ésta le creará más adicción que otras. El interés por un determinado videojuego se mantiene mientras éste suponga un reto a la capacidad del jugador. Por supuesto, esta adicción puede ser sana o perjudicial y, mientras que en un adulto todo depende de la propia responsabilidad, creo que es muy importante la figura de los adultos para los más pequeños, para racionar y controlar el tiempo de ocio de éstos.


            En relación a la adicción surge un problema para el desarrollo de los videojuegos educativos. En mi opinión es muy difícil (por no decir imposible) crear un videojuego educativo que sea capaz de hacer sombra a un videojuego normal en lo referido a entretenimiento para un niño, sobre todo si lo que buscamos es que los videojuegos educativos sean utilizados por los niños en su tiempo libre fuera de la escuela. Dentro de la escuela creo que es otra historia, ya que el emplear un tiempo semanal a realizar actividades en forma de videojuego supone algo novedoso, rompiendo con la rutina, con lo que los niños se mostrarán contentos e interesados. En ese sentido, sí creo que la escuela podría explotar más el uso de los juegos.

            En nuestra especialidad, la Educación Física, se intenta conseguir que los niños se habitúen a hacer actividad física por medio del juego. Es cierto que a priori parece más lógico, pero también podrían impartirse las clases de educación física de un modo más “teórico”, sin utilizar el juego, simplemente midiendo y evaluando los tiempos que hacen los niños en recorrer cierta distancia o la destreza que adquieren haciendo volteretas. ¿Verdad que suena aburrido para un niño de Primaria? Pues, al fin y al cabo, es lo que se hace en el resto de las asignaturas.
           
En definitiva, creo que mi perspectiva respecto al uso de los medios de comunicación en la educación está cambiando gracias a esta asignatura. Tal vez al principio mi visión era más tradicional, valorando demasiado el libro y la teoría, pero con el trabajo de Jenkins y éste me ha dado cuenta de que si a través del videojuego se desarrollan aspectos positivos como el afán de superación, la destreza manual, la concentración o la rapidez de reflejos, ¿por qué no introducirlos en las aulas y sacar todo el provecho que sea posible de ellos? Incluso los pilotos de aviones utilizan un simulador para aprender a pilotar, lo cual no es otra cosa sino aprovechar la cantidad de recursos que nos proporciona la tecnología actual.

Creo que debemos aprender a ver la tecnología como un recurso importante dentro de la educación, pero sin caer en el peligro que conlleva el abuso en su utilización, porque creo que si no se mantiene en su justa medida el uso de los métodos tradicionales, las consecuencias pueden ser muy negativas.

La conclusión más importante que puedo sacar de todo esto es que en una sociedad que evoluciona a tanta velocidad, cada vez tiene más importancia el papel de los padres y los profesores en la educación de los niños. Los futuros profesores tenemos el interesante reto de educar mediante cualquier recurso del que se puedan extraer valores educativos, pero el mayor reto lo tienen los padres, que deben saber racionar los tiempos de ocio de sus hijos.

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